Nada crece entre nosotros

Mientras tú no lo sabes
sucede todo en este mundo.
Vientos huracanados
dejan sin hogar
a un montón de ilusiones
que vagan sin refugio
por las horas libres
que ya no sobran,
que ya no sirven.

Palabras caerán al pozo.
De nada sirve mantener flotando sin rumbo
al entusiasmo sobre tus ojos
o sobre el mar muerto.
Sin rodeos, sin trampa.
Claudicarán sobre ti
miles de palabras
que significan nada.

No comprenderás mi lenguaje.
Reirás a carcajadas
con mis llantos tardíos.
Jugarás con mi conciencia,
volverás entre los muertos
hacia un rincón del bosque
y un poco de desierto
a un lado del camino.
Entenderé que no hay vida,
que no hay muerte,
que nada crece entre nosotros.
Que nada crece entre nosotros.

Tú vuelves la cabeza
hacia aquella mujer.
Amas el reflejo
de sus credos.

Alguien te llama,
mensajes consecutivos
decoran móbiles
y explosan.
¿Qué hago aquí
construyendo con granos
esta pampa?
Congelada e irónica,
supones que yo acompaño,
no oigo, no grito, no canto.
Huelo tus rincones,
recuerdo tus sonrisas,
como si fueran marcas
de labios en la muralla
y nada crece entre nosotros.
Nada crece entre nosotros.

Pequeños espacios
y pequeñas ciudades esperan
minutos de limpieza.
Paradojas hervidas en
salsa de soya.
Suelo tomar estos muros
y enterrarme uno a uno los sonidos.

Estoy solo,
nunca vivo, siquiera existo,
siquiera escribo.
Estyos puzzles sin sentido.
Tú, feliz con ella a la distancia,
yo a pasos te respiro,
sin ningún motivo.

Nada crece entre nosotros.